jueves, 2 de junio de 2011

Panistas, sin tener noción del ridículo

Como la burocracia dorada vive muy ajena a la realidad, sus más connotados miembros pueden hacer señalamientos que revelan su total desconocimiento de lo que sucede en el país que dicen gobernar, sin tener noción del ridículo que hacen ante la ciudadanía. Pareciera que los posibles abanderados del partido en el poder, el PAN, compiten entre sí para ver quién se lleva las palmas diciendo sandeces. Así queda de manifiesto lo que siempre ha sido muy claro, desde el siglo diecinueve: que los conservadores desconocen que el ejercicio del poder es el instrumento idóneo para servir a la sociedad.

Ernesto Cordero Arroyo, secretario de Hacienda, no tiene empacho en afirmar, con el mayor desenfado, que “hace mucho que México dejó de ser un país pobre”. Dijo que en este momento “ya es un país de renta media que viene a consolidar clases medias como hace tiempo no se lograba”. Es válido estar de acuerdo con él, pero en el sentido de que México no es un país pobre, sino todavía con muchas riquezas naturales, lástima que estén en tan pocas manos y sólo beneficien a unos cuantos. Pobre, muy pobre, es el pueblo. Lo de que las clases medias se están fortaleciendo, es una cruel burla a millones de mexicanos que han visto descender dramáticamente sus niveles de vida en los últimos diez años.

Por su lado, Javier Lozano Alarcón, molesto con legisladores porque le pidieron cuentas sobre los accidentes en el sector minero, puntualizó que son ellos, los legisladores, quienes deberían comparecer ante la sociedad para responder por qué no aprobaron la reforma laboral, que de haber sido aprobada, según el funcionario, “habría evitado muchos de los 38 mil accidentes que han ocurrido en minas en los últimos diez años”. De tamaña magnitud es la falta de raciocinio de Lozano, quien en su desmesurado afán de quedar bien con la oligarquía, se desentiende absolutamente de la realidad. Con la reforma laboral fascista que promueven juntos el PRI y el PAN, no habría accidentes, sino crímenes de lesa humanidad ante la burda explotación inmisericorde de los trabajadores.

A su vez Alonso Lujambio, titular de la Secretaría de Educación Pública, sigue sumando puntos para que la “vicepresidenta” Elba Esther Gordillo, líder vitalicia del sindicato magisterial, le dé el visto bueno como candidato del partido blanquiazul. En una ridícula ceremonia presidida por Felipe Calderón, se hizo público un acuerdo mediante el cual se formalizó lo que en cualquier país desarrollado es una tarea normal: la evaluación de los maestros. Semejante engendro demagógico se llevó a cabo en una pomposa reunión en el Museo Nacional de Antropología e Historia, donde se puso de manifiesto, por tercera vez en quince días, la alianza entre Calderón y la dirigente del magisterio, cuyo verdadero propósito nada tiene que ver con la educación, sino con el proceso electoral que se avecina.

Para que no quede duda de tal propósito, dijo la profesora que en Lujambio ha encontrado “la voluntad de consensos y la búsqueda de acuerdos que mucho nos han criticado, pero sabemos que el tiempo juzgará”. No habrá que esperar mucho para saber que el juicio de la historia será absolutamente adverso, por haber hecho del sistema educativo mexicano un aparato burocrático al servicio de la mafia sindical, enriquecida de manera sin parangón en el mundo, mientras que los profesores de base sobreviven a duras penas con sueldos de hambre. De ahí que se vean forzados a tener dos o tres trabajos, quienes pueden hacerlo, en detrimento de la calidad de su labor magisterial.

Si cuando Lozano es sólo secretario del Trabajo, muestra niveles de soberbia inconcebibles en un político, cabe imaginar cómo sería si por azares del destino, por castigo divino, quedara como nuevo inquilino de Los Pinos. “Ustedes no están para vigilarnos, están para legislar”, les dijo con enojo a los diputados que los citaron a comparecer, demostrando así que tiene un concepto monárquico del ejercicio del poder. Esto explica por qué su empeño en que sea aprobada la reforma laboral que dejaría en total indefensión a los trabajadores, pues como típico señor feudal piensa que los humildes no deben tener derechos.

Es fácil también imaginar lo que sobrevendría al país en caso de que Cordero accediera a la primera magistratura: se decretaría la desaparición de la pobreza, aun cuando se incrementara exponencialmente por el exacerbamiento de las prácticas neoliberales. Pemex pasaría a manos de inversionistas extranjeros, quienes no pagarían impuestos, así que los trabajadores mexicanos, en calidad de mano de obra esclava, tendrían el imperativo de laborar enteramente para el fisco, quedándose con lo mínimamente indispensable para no morir de inanición.

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