Educación para los cuates

miércoles, 16 de febrero de 2011

El desprecio a los sistemas educativos públicos se dieron en forma de subsidio a la educación privatizada. No parece gran cosa para cierto sector social que es prisionero de las apariencias, pero el subsidio a la educación básica y media superior es un contrasentido que se sustenta, según declaraciones del mismo Felipe, en una presunta ayuda a los padres de familia. La contradicción estriba en el hecho que los 13 mil millones ($13, 000, 000, 000 en cifra para los quisquillosos) son un ingreso que este gobierno de facto parecen sobrarles y por lo tanto se desprende de ellos como si tal cosa fuesen balas de la guerra anti-narco. Hasta 2010 el déficit presupuestal de la educación superior pública era de “tan sólo” 650 millones de pesos ($650, 000, 000 nuevamente en cifra para no dejar lugar a dudas) según datos de la Asociación  Nacional de Universidades, ANUIES; dicho déficit nunca fue subsanado, ni siquiera se mencionó la intención de hacerlo. Bajo principios aritméticos muy sencillos es posible entender que el subsidio a la educación privatizada es un movimiento efectista de enorme costo social que no se justifica ni aunque se diga que es para que tus hijos “vivan mejor”.

Pero no hay que sufrir demasiado; muchos secretarios de estado, empresarios, narcotraficantes, secuestradores, altos mandos militares y policiacos estarán más que felices que deducir las colegiaturas de sus críos en las insignes escuelas donde se forman los futuros “líderes del país”.

Y ya que está tan espléndido el gobierno federal de facto también debería dejar de percibir dinero de las tenencias, como cierto señor prometió alguna vez a sus incautos simpatizantes siendo candidato.

El costo social que implica este reconocimiento a la educación privatizada está aún por verse. El sistema educativo público ha sido víctima del desdén oficial al negársele, como ya vimos, míseros  650 millones de pesos (tan sólo para universidades públicas) para al menos operar en números negros. Con estos incentivos fiscales se puede llegar a creer que la educación en escuelas privadas será más accesible para la clase obrera, pero no es así; esta impresión engañosa está diseñada para aumentar los ingresos de los corporativos educativos sin que ofrezcan garantías de continuidad a sus estudiantes-clientes. Los empresarios de la “educación” no pierden, los que pierden son los actuales estudiantes, becados del sistema educativo público quienes ruegan fondos como si tratasen de limosnas.

Un comentario muy revelador al respecto lo hace el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, asegura que las deducciones fiscales en el campo de la educación equivalen a que el estado envíe cheques a las familias que tienen hijos en escuelas privadas, pero no a los que los tienen en escuelas públicas. Mejor ejemplo no existe.

Mientras continúa este velado desmantelamiento del sistema educativo, el desastre se expande en los ámbitos que ya antes fueron motivos de alerta. Oaxaca padeció una violenta jornada a causa de la presencia de Felipe en las tierras aliancistas de Gabino Cué; si bien este no es responsable directo de las agresiones a los profesores disidentes si lo es por omisión y por reconocer la autoridad de Felipe. Un claro síntoma de lo que implican las alianzas entre los conservadores, los sumisos de la izquierda institucional y los tecnócratas dinosaurios priístas. Luchar en alianza por el poder, solo por el mismo poder, tiene graves consecuencias.