miércoles, 22 de septiembre de 2010

PARA BICENTENARIO 750 MILLONES A UNA EMPRESA EXTRANJERA Y PARA LOS DESASTRES DE VERACRUZ SOLO 136 MILLONES

Lo que esta sucediendo en Veracruz es verdaderamente dramático, una tragedia que por desgracia se repite año con año, no con la misma intensidad pero cuyos estragos han afectado a miles y miles de veracruzanos. Y es precisamente por la repetición de este tipo de fenómenos que no puede uno dejar de preguntarse ¿por qué los remedios no son definitivos? Son los mismos cauces que se desbordan y no se ha implementado en ningún sexenio un proyecto para reubicar a quienes viven en las márgenes, tampoco se construyen presas que puedan disminuir la presión y desvíen el cauce de las aguas. En cada ocasión los remedios son parches temporales.
 Se construyen puentes sin la estructura ni la altura correctas para soportar la fuerza de las aguas. Una y otra vez nos percatamos de esas imágenes de ciudades hundidas; una y otra vez los pueblos se levantan; una y otra vez los gobiernos permanecen impávidos. Es para las autoridades locales y federales todo un logro contar con albergues, darle a la gente comida y empezar a pedir caridad a los congéneres, pero nada de eso, ninguna de estas acciones tiene que ver con el ejercicio de gobernar, sin embargo nuestro pueblo siempre noble, lo agradece y ni siquiera se atreve a culpar a quienes nada hacen por evitar que tales tragedias se repitan con cada temporal, a cada paso de los huracanes, con las tormentas.

Y todavía resulta mucho más incomprensible el hecho de que se autorice y se pague sin poner ninguna objeción una cantidad cercana a los 750 millones de pesos a una empresa extranjera para que montara parte del espectáculo con el que pretendió el gobierno calderonista celebrar el centenario y el bicentenario de la revolución y la independencia y presuma de estar preparando la entrega de 136 millones para atenuar los daños que se sufren en Veracruz; pero solo para atenuarlos porque esa cifra, que por cierto aún no llega, es claro que no alcanzará para grandes remedios.

Esas fotografías en donde se aprecia a don Felipe a bordo de vehículos con la altura suficiente como para que no se moje, las palabras secas, duras y muy breves en las que hace referencia a 12 muertos “que descansen en paz”, otras que sirvieron solo de montaje y en las que ofrece que les va a llegar el agua –para beber- como si se tratara de una dádiva y no del cumplimiento de sus obligaciones, además de que gran parte del vital liquido no olvidemos que es donado, revelan muy claramente lo alejado que está el michoacano de la ciudadanía, con la cual no logra empatar ni cuando está en medio de las grandes tragedias.

Para quienes vivimos en las zonas en las que los huracanes y las tormentas se presentan, resulta mucho más fácil detectar los errores. En el caso de Veracruz puede asegurarse que no hubo información permanente y a tiempo de la fuerza y de la magnitud del fenómeno. Un millón de damnificados, que es la cifra que han reportado oficialmente, es el número de habitantes con los que cuenta, por ejemplo, Cancún. Sin embargo y aún cuando hemos sido víctimas de la furia de la naturaleza al mandatario estatal actual, a Félix González Canto no se le ha muerto un solo habitante no solo de esta Ciudad sino en el Estado.

El quintanarroense no se disfraza para salir en las fotos; sigue muy puntualmente todas las medidas de seguridad que deben adoptarse para evitar, precisamente, las pérdidas humanas. Se han realizado obras que evitan que se llegue a la incomunicación total en los casos de desastre y se mantiene una atención permanente al desarrollo de los fenómenos, una de 24 horas. La gente, visto está en los resultados, confía en su autoridad estatal quien asume de inmediato todas las riendas y la responsabilidad sobre la población. Cuando apenas se tienen indicios de la presencia de un fenómeno de esta naturaleza en Quintana Roo, el mandatario, de inmediato lanza la primera alerta, la azul y comienza todo el despliegue informativo. González Canto ha implementado la cultura del huracán con un gran éxito, la ciudadanía está preparada, la ha preparado.

Al estimado don Fidel Herrera, le fallaron muchas acciones y se nota hasta por el tono de sus declaraciones. “Un millón de veracruzanos está en desgracia pero 6 millones están de pie y trabajando”. ¿Acaso se le hacen pocos los que están partiendo de cero? Porque no se trata solo de los enseres y muebles perdidos, de los aparatos electrodomésticos, sino de que las casas se derrumbaron y otras miles más están hundidas. ¿Cómo compensará el gobierno federal, el estatal, su indolencia para crear infraestructura adecuada en lugares que permanentemente son azotados por la furia natural?

Y no puede llamarse de otra manera porque no es la primera vez, ni la segunda, ni la tercera, son decenas de ocasiones en los que las ciudades terminan hundidas en las aguas, en las que los ríos se desbordan y no se ha tomado una sola medida para evitar las catástrofes de manera definitiva. Si bien no puede controlarse a la naturaleza si pueden reubicarse las zonas de mayor peligro, se pueden construir presas, puentes firmes con buenos materiales, obras que no se encuentren inmersas en la corrupción que se refleja en la petición de porcentajes para la asignación lo cual redunda en la calidad de la construcción.

Lo que sucede hoy en Veracruz, los regios, los de Monterrey, ya también lo vivieron y tampoco se han puesto en marcha soluciones drásticas, suficientes. Se les desbordan los mismos cauces y la historia se repite aún en esa Entidad que presume de contar con un macro desarrollo, que cuenta entre sus ciudadanos a hombres acaudalados hasta el extremo, que es fronteriza, que presume de sus tecnológicos, de sus escuelas, de encontrarse a la vanguardia educativa aunque en sus adentros oculte que cuenta con centenas de miles de analfabetas.

Obras son amores, dice el refrán y eso es justo lo que no han hecho ni estos dos gobiernos estatales ni el federal. Aunque de manera inhumana cada desgracia de esta magnitud genera nuevos ricos entre los políticos porque, ya se ha demostrado, les permiten la presentación de facturas de todo tipo que hasta resultan apócrifas y nadie les supervisa el empleo final de los fondos destinados. Ya se ha visto con Carmen Segura siendo Santiago Creel el titular de Gobernación y Vicente Fox, presidente. Y en las localidades ni que decir, porque ahí es hasta llenar el atraco gubernamental.

Fuente de información, Lilia Arellano

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